EL MISTERIO



 ( O LA APERGAMINADA EPOPEYA INCONCLUSA
DE UN LACÓNICO Y FLAMÍGERO HAZ DE LUZ )

Vagabundas vaguedades vacuas,
ocluidas obliteraciones y oquedades,
espasmódicas y esporádicas esporas,
vacilan vacías valías,
administran admirables adminículos,
devengando devenires devocionales,
divulgando divertidos divagues,
contorneando contusas contraprestaciones,
inoculando inocuas inocencias,
indivisibles e indivisables individualidades,
irreverentes, irreconciliables e irresolutas,
se disuaden y disuelven disruptos,
esos enjutos disgustos, disjuntos y disyuntos,
estrambótico y estrafalario estrato
de estratagema estroboscópico,
anagrámico origami polinómico,
desencaja y desencoge el desencorvado
barrido de los días en permanente arribo,
punguista que repugna el inexpugnable
e inexorable paso del tiempo...

Yo me muevo y renuevo y remuevo los nuevos
huevos que pone el día como guía
al salir el sol, lento caracol,
que carcome el romo terrón del amanecer,
borrego carrejo que se vuelve puente,
ardiente y espinescente, como el sol del mediodía,
ente espía, axial y espacial, axioma especial,
exponencial potencia, esencial ponencia
de una presencia que a pura paciencia,
derriba más muros duros y conjuros
que cualquier opulencia, omnipotencia u
omnipresente y consuetudinario
escenario de la violencia.

Estoy gateando en la gatera,
tentando a una tetera,
remando con unas rameras,
mateando con unas manteras,
encamando camareras,
embolsando bolsoneras
y madrugando en mi madriguera.
Alargo el letargo de la noche en mi coche
y sin embargo me lanzo como un lazo
y me desplazo descalzo en este cadalzo,
a la vera de los bordes y las bardas armo bardo.
Hago un trasbordo y me teletransporto como resorte
a bordo de un transatlántico sin puerto,
a otras eras de erarias aceras,
con estatus y estatuas de cera,
como esteras etéreas y en estéreo,
de veleros, veletas y velas gastadas
que insuflaron e inflamaron interminables
nocturnidades de derroches y excesos.

Pasaron los lustros y los lustres y los lastres,
me surgieron escamas, esquirlas y enquistes,
y acaso osé hacer caso al fracaso,
aunque no quise craso retraso,
y ahora que implora sin cantimplora
en el desierto, aquella evocada y equivocada
rémora que mora en lo que otrora era
una exultante y exuberante exudación.
Así yo me entierro con parcimonia
en un mar de fieras de fierro,
cierro la escotilla de mi nave,
me trago la llave y borro la clave,
redirijo y dejo fijo el comando
al centro mismo del universo desbocado.
Así, con holgura fulgura mi figura
en la albura de los reverdecimientos,
a esta altura de los acontecimientos,
mi incipiente odisea interestelar
adolece para siempre de un no retorno.

En diversos viajes en bondi, Mendoza, julio de 2014 


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